Las personas que cobran por sus servicios sexuales han sido denominadas de diversas maneras, desde las más estigmatizantes, como putas, hasta las que les brindan mejor autoimagen, como trabajadoras sexuales, pasando por la denominación más o menos neutra de prostitutas. La sociedad rotula y margina, y señala a los sectores estigmatizados como receptores posibles de conductas
agresivas. Así. la imagen que se brinde (en los medios y en los discursos) de un determinado colectivo es no sólo un reflejo de la posición que ocupan en la sociedad, sino un elemento a partir del cual esta posición se configura.
Reflexionar sobre la imagen social de las trabajadoras sexuales permite trabajar sobre los estereotipos
y ver dónde la sociedad coloca sus límites de flexibilidad en cada momento.
Las jornadas contarán con la aportación de las asociaciones que trabajan sobre el tema, y de las propias trabajadoras sexuales.
Organizado en colaboración con LICIT (Línia d'Investigació i Cooperació amb Immigrants i Treballadores Sexuals).