Programa de conciertos
El tropicalismo es fruto de una tradición estética en un espacio y un tiempo concretos: el Brasil de finales de los sesenta. No es tanto un gesto de ruptura como una reinvención de la memoria popular.
El crítico Pedro Alexandre Sánches lo llamó «la decadencia bonita de la samba». Pero más allá de lo musical, Tropicália fue, ante todo, un gesto de libertad; un acto de canibalización cultural, inspirado en el Manifiesto Antropófago (1928) del poeta Oswaldo de Andrade, que se alimentó de tradición y vanguardia en igual medida.
De la mano de Caetano Veloso, Gilberto Gil, Maria Bethania, Gal Costa, Tom Zé, Os Mutantes y Rogério Duprat, entre otros, en Tropicália convergen en un mismo plano samba, bossa nova, rock and roll y experimentalismo. Surge en un periodo delimitado por la dictadura de la junta militar golpista, que ostenta el poder en Brasil desde 1964 hasta 1985. En este contexto, el cine –con Glauber Rocha, Nelson Pereira Dos Santos y Joaquim Pedro de Andrade–, el teatro –Zé Celso Martinez Correa– y las artes plásticas –la instalación Tropicália (1967) de Hélio Oiticica, da nombre al movimiento– se alinean junto a la música con el objetivo de reinventar los signos culturales populares tradicionales en una modernidad cosmopolita, que en sí misma ya representa una oposición frontal al régimen.
Tropicália apenas dura un año, entre 1967 y 1968, y culmina con la edición del manifiesto discográfico Tropicália ou Panis et Circensis (Philips, 1968), volumen recopilatorio en el que participan Gil, Veloso, Costa, Nara Léao y Os Mutantes bajo la batuta de Duprat. La brutal represión del movimiento, que comporta el encarcelamiento y posterior exilio de Gilberto Gil y Caetano Veloso y el ingreso forzoso en hospitales psiquiátricos de otros coetáneos considerados «subversivos» y «mentalmente inestables» como el poeta y letrista Torquato Neto, dará paso a una versión más ligera y estrictamente formal del tropicalismo. Este a su vez será el origen de la MPB, la Música Popular Brasileira. No obstante, los meses en los que nace, se desarrolla y muere el Tropicália, sentarán las bases de una nueva concepción de la música popular –osada y divertida, vanguardista y al mismo tiempo hedonista– cuyo modelo será reiteradamente imitado en todo el mundo.
Se trata de una revolución cálida y amable donde se piensa, se baila y se celebra.
Comisarios: Oriol Rossell y David Albet
