Tras el período creativo —que dio lugar a la paradigmática serie fotográfica "Voy a hacer de mí una estrella" (1975), y a hechos como la llegada en 1978 al Centre Beaubourg de París en un Mercedes negro, rodeado por guardaespaldas, para ser recibido en la puerta por el director—, en los años ochenta Carlos Pazos inicia una dura etapa de inactividad. "Pasé una época fatal. No veía ninguna salida, no sabía qué hacer. Dormía mucho, a base de alcohol y pastillas. Y soñaba mucho, de modo que me enganché a la parte creativa del sueño. Me esforzaba por recordarlos, los anotaba, los ordenaba… y me di cuenta de que en ellos aparecían de forma continua espacios y objetos de la infancia y la adolescencia distorsionados: Bambi, un osito, la guitarra eléctrica… mezclados, con una enorme carga erótica y sexual". Pazos retoma la creación de objetos a partir de la recuperación de hechos vivenciales y de vivencias oníricas. Aquella noche volví a llorar con Bambi participa de un uso desinhibido de materiales propio de este autor inclasificable y provocador. Neones, plásticos, telas, plumeros… Su personal identificación del gusto kitsch identifica una forma de trabajo. En las obras de los años ochenta, Pazos utiliza materiales heterogéneos, unos industriales, otros suntuosos, otros vulgares, al servicio de su mensaje entre poético y crítico. Sobre un assemblage de diferentes materiales, la evocación de la fi gura de Bambi a través de la luz de neón es un elemento biográfico. "Funciona como elemento afectivo, ligado a la infancia, a la pérdida de la madre. Yo no me llevaba un osito a la cama, cada vez que mi madre se enfadaba conmigo me llevaba a Bambi. Era mi compañero solidario".