Gran parte de la obra de Leandre Cristòfol ‒considerado uno de los uno primeros artistas cinéticos del país‒ se entiende como una preocupación por la idea de movimiento. Estimulada por los trabajos de Ángel Ferrant y también de Alexander Calder y Jean Tinguely, Construcció lírica responde a la búsqueda del equilibrio entre movimiento y estatismo. Esta escultura, próxima a Duchamp en cuanto al valor concedido al azar, incorpora materiales pobres recuperados y texturas diversas en un ensamblaje de objetos heterogéneos. Mientras que la madera, que tiene protagonismo como soporte, aporta las líneas rectas y el elemento estático, la espiral introduce una acción rítmica y dinámica. Pese a su aparente simplicidad, el equilibrio de las formas diagonales y el alambre que atraviesa las formas y las interrelaciona articulan un todo de gran coherencia. Como en otras obras, Cristòfol logra una poética del objet trouvé.