La trayectoria creativa del artista irlandés James Coleman aborda cuestiones referidas a la realidad, la percepción, la representación y la elaboración de la imagen y la identidad. El centro de su investigación es la disociación entre el acto de mirar y lo que se ve. A principios de la década de los 70 abandonó definitivamente la pintura para dedicarse a los medios de reproducción de la imagen y el sonido (cine, vídeo, imágenes proyectadas, fotografía, sonido grabado), así como al teatro y al performance. Sus instalaciones se presentan como escenificaciones, donde el espectador-observador se ve atrapado en una red de tensiones y de impactos. Ya no son proyecciones, no son huellas o trazos; son realidades, existencias que se producen en el tiempo, entre la memoria y el olvido. Por tanto, en gran parte de su obra se exploran los diversos puntos de vista del espectador, no solo en cuanto a su posición literal dentro del espacio, sino también dentro de un tiempo y de un momento cultural. Coleman combina el misterio de la ficción con elementos materiales e históricos de la vida cotidiana. Así, sus obras mezclan alusiones a situaciones reales, géneros literarios como el teatro y el folklore irlandés y pastiches extraídos de la cultura popular. Todos estos elementos se combinan con imágenes que se remiten indirectamente a la pintura tradicional, a la fotografía de moda y a la cultura musical. Lo que resulta de ello es una creación compleja y comprometida que sugiere un mensaje codificado. Hasta la actualidad, se pueden distinguir tres etapas en la producción de Coleman: las instalaciones perceptivas (1970-1974), las instalaciones donde se implican dimensiones psicológicas, sociales, históricas o culturales (1975-1979), y obras que tienen lugar dentro de un contexto teatral (1980-1985). Inscrita en el primer grupo se encuentra Slide Piece (1973) proyección continua de imágenes en diapositiva con narración sincronizada. Cada una de las diapositivas en color que se proyecta representa una misma imagen fotográfica que muestra un emplazamiento urbano, convencional, descontextualizado, aparentemente banal, una plaza de la ciudad de Milán. La ausencia de interés particular de la imagen le confiere un carácter documental. La secuencia de diapositivas va acompañada por una voz masculina bastante autoritaria que va analizando de forma cuidadosa la escena proyectada. Por indicación expresa del artista, la narración no se traduce ya que este es un factor que forma parte de la esencia de la obra. La descripción de la imagen finaliza cuando la diapositiva cambia, para pasar a una imagen exactamente idéntica a la anterior, frustrando así la expectativa del observador, que espera ver una imagen diferente. La descripción, sin embargo, no es la misma: la imagen se analiza desde otro punto de vista. Para ser exactos, no se puede hablar de interpretaciones de la propia imagen, sino de múltiples descripciones o lecturas. Cada una de estas descripciones se refiere a diferentes aspectos de la fotografía. Slide Piece se puede definir como un proceso de adquisición o de alfabetización de la imagen por la acumulación sucesiva de informaciones relativas a ella. Así, el concepto de información, una de las características del arte conceptual, se revela como la materia prima del arte de Coleman. El proceso de ver y mirar, las diversas interpretaciones subjetivas de la imagen que van surgiendo a partir de la experiencia individual y el imaginario de cada observador, así como el hecho de que el significado de una imagen se puede manipular alterando el contexto en el que es observada, se convierten en el punto central de la obra. A lo largo de la proyección, se crea un diálogo entre la monotonía de las imágenes vistas en su totalidad y los diferentes detalles hacia los que se dirige nuestra propia atención. A partir de la acumulación de información, después de sucesivos visionados, la lectura y la interpretación del objeto cambia. Surge entonces una tensión entre nuestro deseo por controlar nuestro propio conocimiento sobre el objeto y la sensación de ser controlados desde el exterior por esa voz desconocida que nos va analizando las imágenes.