«Reafirmar la fragilidad sigue siendo, todavía hoy, provocar. Y no solo socialmente; también individualmente, en cada uno de nosotros. (...) Si nuestra fortaleza no es frágil, no es fortaleza.» Antoni Llena El conjunto de cajas que configura Viatge d’hivern concentra los rasgos principales que identifican la obra de Antoni Llena. Compuestas a modo de ventanas, lo primero que se percibe es la fragilidad de los materiales. Una fragilidad que, en el mundo de hoy, como el propio artista indica, contiene la radicalidad de la provocación.---Desde sus primeras obras, a finales de los años sesenta, Llena ha optado por utilizar materiales pobres o humildes, algunos más orgánicos, otros más industriales. Ya sea en volumen o en dibujo –y también con su cuerpo–, ha convertido elementos como papel arrugado, cartón, trapos, caucho, plástico, grapas, vidrios, gasas, maderas, alambres, cortezas o piedras en materia de trabajo, observación y exploración. Las 38 cajas de madera que responden al título de Viatge d’hivern son fieles a esta opción a favor de los elementos humildes y la desposesión. El título alude al ciclo de canciones homónimas de Franz Schubert, Winterreise, una composición musical escrita en 1827 que narra el paseo de un caminante en un paisaje de invierno tras ser abandonado por su amada. Realizadas con materiales de desecho, se caracterizan por la extrema delicadeza de los materiales y la naturaleza tenue de su construcción. Llena configura pequeños paisajes o composiciones abstractas de gran fuerza poética que crecen y ganan profundidad con la mirada de conjunto. Situadas unas junto a otras, componen secuencias y yuxtaposiciones visuales que evocan la figura del diorama. El silencio y el vacío tienen tanto peso como la presencia física, sutil y mínima, de los materiales. Con motivo de la presentación de la obra en el Centro Cultural Llibreria Blanquerna de Madrid en febrero de 2022, Antònia Maria Perelló, comisaria de la exposición, escribía: «Dice Antoni Llena que la naturaleza le ha regalado las más sabias lecciones que ha recibido en su vida. Desde su posición casi romántica hacia el paisaje, ha desarrollado un arte silente y sensible, un arte enraizado, paradójicamente, en la potencialidad del cambio. El hecho de pasar de puntillas por la vida, como en su día atravesaba, sin zapatos, una alfombra de goma espuma que le devolvía la huella de su pie tan pronto como lo levantaba, el no querer agredir a un mundo ya malherido añadiendo más restos pretenciosos, nos hace valorar la actitud respetuosa, ecológicamente contemporánea, de su obra.»