En 1993, Martha Rosler participó en la exposición colectiva Unité: project, organizada por Yves Aupetitallot, que invitó a unos cuarenta artistas internacionales a reinterpretar uno de los edificios emblemáticos de Le Corbusier, Unité d’habitation, inaugurado en 1965 en Firminy-Vert, población del sureste de Francia. Casi treinta años después, Rosler realizó un vídeo en el que se pregunta por la identidad de ese edificio como hogar. A pesar de que Le Corbusier lo planteó como una vivienda residencial multifamiliar o «ciudad jardín vertical», Rosler opta por preguntar directamente a sus residentes. A través de su testimonio, se recorre la historia del edificio y la relación de sus habitantes con una realidad arquitectónica de gran singularidad. Llamado por sus vecinos «Le Corbu», la construcción del edificio fue iniciada unos meses después de la muerte del arquitecto. El ala o zona donde se graban las entrevistas había estado cerrada durante más de diez años, de modo que la decoración es exactamente tal como era cuando se construyó en los años sesenta. El alcalde de la ciudad, que inicialmente había facilitado la edificación, intentó que el complejo fuera demolido. El presidente de la asociación vecinal describe la lucha para salvar el edificio y su victoria parcial. La cinta se centra en el ala cerrada y en los signos y restos de las vidas que lo habitaron, una realidad que es interpelada por los testimonios de los vecinos actuales. Con un ritmo lento y planos fijos, Rosler mezcla los silencios con música de Erik Satie que acentúa la sensación de nostalgia y de cierta arqueología. El vídeo pone el acento en el diálogo entre la concepción abstracta del milieu humain de Le Corbusier y el purismo de la modernidad, con las necesidades y deseos domésticos reales de sus habitantes. A pesar de la crítica y de las contradicciones que acumula el edificio, los entrevistados se sienten orgullosos de vivir en él.