Carlos Pazos condensa en esta instalación gran parte de su universo creativo. Por un lado, su gusto por los juegos con el lenguaje, con un título que vincula el apellido del artista en una antigua palabra griega, páthos. Por otro, la pasión del artista por los objetos de la cultura de masas y el cine, su afinidad estética con el lenguaje pop y la presencia recurrente del yo del artista. El mismo Pazos explicaba en 1998: «Con esta “pieza climática”, como prefiero denominar este tipo de ambientación eludiendo el término impreciso de “instalación” [...] pretendo rendir un velado homenaje a los filmes producidos y dirigidos por Roger Corman, adaptando los cuentos de E. A. Poe, interpretados por mi adorado Vincent Price.» En esta pieza ambiental o «climática», Pazos construye el escenario de un hogar burgués con una chimenea sobre un fondo de papel pintado, una fotografía y un oso de peluche de tamaño natural de pie junto a ella. Unas brasas artificiales indican que la chimenea está encendida. En la paz de ese interior burgués, encontramos la figura amenazadora de un gran animal. El registro irónico es una constante en la obra de Carlos Pazos, como lo es también el juego autobiográfico. La fotografía de la pared, un retrato del artista con cara de susto abrazando un muñeco, toma el aspecto de una película de terror y juega con la semejanza del artista con el rostro de Vincent Price, actor protagonista de muchos de los filmes del director estadounidense Roger Corman, conocido sobre todo por su serie de películas B basadas en relatos de Edgar Allan Poe. La obra, de 1981, fue reconstruida en 1992. Mi pathos doy juega con la similitud fonética del apellido del artista y la palabra griega páthos, que designa la pasión o la intensidad emocional. Como en la antigua tragedia griega, Pazos se entrega al espectador o se inmola como un objeto de pasión cuyo destino ya no está en sus propias manos. La obra enlaza así con sus trabajos que tienen como objeto al propio sujeto artístico: su yo pasa a ser objeto de arte. Pero por otra parte, el título contiene una segunda asociación fonética que alude a la despedida del cura a los fieles al final de la misa católica: «Mi paz os doy». Como explica el propio Carlos Pazos: «Juego así fonéticamente con mi apellido, con el sentido de la palabra páthos en griego, y con la frase con la que el sacerdote se despide de los fieles al final del ritual de la iglesia católica: “Mi paz os doy”.» (Carlos Pazos. Fromage de Tête. Verona: Adriano Parise Editore, 1998, p. 21-22 [cat. exp.]) La figura del animal es una de las más utilizadas por el artista, ya sean animales de peluche, piezas de museo de ciencias naturales como mariposas o liebres, imitaciones en yeso de colecciones ornitológicas e incluso animales vivos como un chimpancé. Es bien conocido el afán de Pazos como coleccionista de todo tipo de objetos, que proceden de la cultura de masas y que muestra en instalaciones con una estética carnavalesca, escenográfica y próxima a los códigos visuales del pop. Pero, a pesar de su pasión coleccionista (Marcel Duchamp, Andy Warhol y Marcel Broodthaers, tres referentes en la obra de Pazos, también lo fueron), el uso de los objetos por parte de este artista ya no articula ningún arte de la memoria: las cosas se han escindido de su tiempo real.