Una maleta abierta depositada en el suelo de donde han salido elementos que quedan esparcidos: fragmentos de cuerpo humano, prendas y medicamentos. Hay que situar esta composición fotográfica de Eulàlia Valldosera en el marco de un conjunto de instalaciones y composiciones fotográficas realizadas en los años noventa con el título de Aparences y planteadas como una búsqueda en torno a la luz. Desde entonces, la luz se convirtió en un elemento clave en su obra. Si en sus instalaciones (con el título Aparences: La casa, 1992-1995), la artista sitúa objetos cotidianos del hogar en varios espacios del museo o de la galería y los expone a proyecciones de luz que crean grandes efectos escenográficos; en sus composiciones fotográficas proyecta imágenes de fragmentos de su cuerpo en estancias de una casa junto a objetos depositados en el suelo. Apariencias: La maleta, realizada entre 1991 y 1995, forma parte de esta segunda serie. La propia artista la califica como una «experiencia fotográfica profundamente performática». Sobre esta serie, explica: «El cuerpo es ahora mi única herramienta y al exponerlo a la luz ilumino su parte oscura, su materialidad, me pregunto si es desecho, despojo, objeto. Poco a poco, los enseres domésticos, las paredes de la casa, los aparatos, van cobrando vida en las instalaciones que se derivan de esta experiencia fotográfica profundamente performática. En un acto de depuración máxima me enfrento al objetivo de la cámara, soy la autora y la modelo, descubro que esa es la condición femenina, estar en ambos lados.» Valldosera crea una escenificación de clima surrealista y de cierto dramatismo (los elementos acaban resultando inquietantes) que reflexiona sobre la presencia y ausencia, la memoria y el deseo, y sobre el mundo interior como espacio –desconocido– del sujeto.