—Actualmente, los artistas mienten mucho. Se debe procurar no mentir y transformar el arte en una herramienta de conocimiento. Después, sin embargo, existe un problema: el vehículo. Cada época pone nuestras manos un instrumento que, si lo utilizas bien, puede ser un elemento transformador de gran alcance. Por ejemplo, la poesía visual, me parece que nace a causa de la importancia que tiene la imagen en nuestro mundo. La sociedad te pone una serie de códigos al alcance que se pueden utilizar fácilmente; por ejemplo, porque la gente está acostumbrada a ver una flecha y entender el mensaje. Por lo tanto, todo este sistema de lenguaje se puede aplicar a la poesía. Esto, de hecho, es volver a los pictogramas. El principio de la escritura nos lleva a los pictogramas y los ideogramas. Es preciso reencontrar en la imagen de las letras el rastro de una figuración perdida. –¿En este sentido, la magia, el ilusionismo, como parte integrante de su obra, significan, también, un retorno a las fuentes más originales? –Son el origen y, a la vez, una posible salvación. –¿Poesía y magia, se identifican? –La poesía y la magia son lo mismo. El arte es una metamorfosis, básicamente, y la magia también, aunque a otro nivel. Lo triste es que ni los prestidigitadores ni los poetas lo saben. Nadal, Marta: "Joan Brossa: un poeta atípic", Serra d'or, núm. 373 (gener de 1991), p. 14