Sigalit Landau construyó estas tres instalaciones en el contexto de la exposición que realizó en la Capella MACBA en el año 2014. Si bien inicialmente formaban una sola obra con el nombre Yotam, la artista decidió fragmentarla en tres piezas: Yotam, Nir y Angel. Los títulos son un homenaje a algunas de las personas que la ayudaron en el montaje. Construidas a la manera de los sistemas de tuberías metálicas de agua con llaves de paso, grifos y contadores, forman un circuito cerrado de formas que suben, bajan, se separan y se vuelven a encontrar. Es la propia artista quien, en una entrevista, relacionaba estas obras con el cuerpo humano: “La presencia de agua en esta pieza simboliza la sangre irrigando el cuerpo, y este líquido –tan escaso para billones de personas– deviene una metáfora del conocimiento y los sentimientos que nos conectan y organizan nuestro destino común.” Finalmente, y de forma más literal, las cañerías recuerdan también a los numerosos tubos que se ven en las fachadas de las casas y edificios de Tel-Aviv, lugar de residencia de la artista. Si bien en otras ciudades las entrañas de los edificios permanecen escondidos, en Tel-Aviv están a la vista y constituyen una imagen típica de sus calles. Pero estas obras remiten a su vez a otra realidad de la geografía israelí (país de origen de Landau): a causa de la falta de agua, sobre todo en zonas del desierto, un inmenso sistema de tuberías se extiende por la superficie del suelo transportando el agua de los acuíferos subterráneos. Las cañerías sobre el suelo forman parte del paisaje estético de este país del Oriente Medio.