En esta serie de fotografías, Teresa Margolles documenta pequeños altares situados bajo los árboles a lo largo de los 40 km de carretera que separan Culiacán de Playa Altata, en la región de Sinaloa, en México. Construidos espontáneamente por familiares y amigos, estos altares honran a las víctimas de la violencia que han perdido la vida, asesinadas o en circunstancias nunca aclaradas, en esa ruta a manos de grupos criminales. La disposición de las imágenes, en tres hileras de siete, está perfectamente calculada: cada hilera representa un tramo de la carretera y cada tramo pertenece a un grupo de narcotraficantes. Conocida por su extrema peligrosidad, esa carretera atraviesa el noroeste de México. En sus imágenes, Margolles contrasta la simbología de la muerte que contienen los altares con la fuerza creciente de la vida que muestran los árboles.