Cables, cristales, tubos, escayolas, luces fluorescentes, agua y sonidos configuran los paisajes escultóricos de Lucía C. Pino. El conjunto de obras que llevan por nombre Non-Slave Tenderness es resultado de una práctica que concibe la escultura y el objeto como una indagación formal y conceptual a través de posibles paisajes distópicos. Cada una de las obras de la serie, compuesta como un ensamblaje de elementos de desechos industriales o de nueva creación, remite de algún modo a un mundo que ya no distingue el elemento tóxico y residual de lo biológico o biótico. C. Pino no construye autómatas o ingenios mecánicos; sus cuerpos se acercan más a la idea de organismo. Son objetos híbridos que exploran la cristalización de la viscosidad, la noción de sedimento y la luz, un elemento importante. Concentran materia física o estática pero también movimiento, reforzado por una estructura tentacular formada por cables, cristales y tubos. Concebidos como extrañas aves o nuevas células, parecen estar incubando alguna nueva realidad por venir. A raíz de su presentación en el Espai 13 de la Fundació Joan Miró de Barcelona en 2018, C. Pino explicaba: «Quería crear un entorno como de ciencia ficción, especulativo, con una serie de sistemas y mecanismos que situaran diferentes cuerpos a un nivel de equivalencia. (...) Algunas esculturas tienen luz propia. Son cuerpos creados con distintos materiales y procesos, con estratos que más o menos pueden identificarse.» Contemplados en su conjunto, estos objetos configuran un paisaje orgánico donde cada elemento, ya sea físico o informático, ya sea en forma de onda o de electrón, está inmerso en una estructura más amplia que nos implica a todos. La intención es que el espectador sienta que forma parte de una realidad mayor y de una nueva lógica de relación: un vínculo entre los distintos elementos del conjunto (también las personas) que no es de sometimiento, sino de simbiosis y correspondencia. En la presentación de las obras en la Fundació Joan Miró en 2018, la comisaria de la exposición, Alexandra Laudo, escribió: «Las esculturas, concebidas como cuerpos vivos, prefiguran un entorno en el que han quedado atrás las relaciones extractivas y de sometimiento, y en su lugar emerge un nuevo sistema de correspondencias.» Y en la presentación de la obra en el Centro Cultural Llibreria Blanquerna de Madrid en 2022, en el marco de la exposición conjunta con Antoni Llena, PANTA REI. Todo fluye, la comisaria Antònia Maria Perelló añadía: «Estableciendo nuevas formas de relación, C. Pino intenta reinventar los vínculos que los humanos tenemos con la materia y configura un paisaje imaginario, no jerarquizado. (...) Un sujeto politizado que busca el disfrute y la acción política a través de una estética, un ser político que sabe que su presente es un mundo colapsado, pero que conserva intuiciones y sospechas, con cierto grado de esperanza.»