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15 contenidos

Catorce años de Ràdio Web MACBA

Selección comentada de podcasts

«Catorce momentos de roce, de complicidades y de estar juntas. De pura nostalgia de no estarlo, pero también de pura inquietud y deseo de volverlo a estar. Juntas y revueltas.» Anna Ramos, Ràdio Web MACBA

Lo de val fue catártico para Loli Acebal y para mi. Dos cuarentonas cis de manual sentadas durante más de tres horas sintiendo cómo su extremada timidez disminuía a medida que el metraje aumentaba. Mi primera yerba mate en bombilla -impresionante recordarlo ahora con el COVID-19 en el umbral de mi puerta- mientras nos desmontaban la arquitectura de la escuela desde una mirada y experiencia queer. val se dejó arrastrar a la cocina del podcast y después de muchas vueltas a su escritura, nos dimos cuenta de que la interrogación y el texto tenían que marcar los intermedios de su discurso. Y que ese texto pedía una lectura a muchas voces y con acento, así que implicamos a las alumnas del PEI en el mejunje. En la compleja logística de la grabación, se quedaron solas frente al micro y de su pura intuición encontramos la disonancia queer en la intro que la narrativa pedía a gritos.
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Lo de María fue un aprendizaje vital. Pablo Martínez haciendo de las suyas: “estaría muy bien”, me dice, mientras su mano se posa suavemente sobre mi hombro. De un día para otro, nos sentamos un viernes por la tarde. María atraviesa la duda desde la experiencia. AMOQA es un museo queer, solo por el mero gesto de enunciarse y estar juntas, sin espacio, con archivo pero sin recursos. Revisan lo queer desde el sur y el mediterráneo, con la misma fragilidad y vulnerabilidad en la que se desenvuelve su quebradiza y dulce voz con acento. La grabación fue un desastre, llena de artefactos que no supe detectar en el directo. Loli lo cose sutilmente y Maria graba muy caseramente, ya de regreso a Atenas, fragmentos de la dinámica que usó en su workshop para el seminario “Autogestión Cerda”. Tras el akelarre, Roc Jiménez de Cisneros limpia y lo adecenta lo mejor que puede para que el piso quede lo más decente posible para las visitas. Pura magia.
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Aún tocada por su relectura de los archivos fílmicos del artista Lionel Soukaz y embelesada por la cadencia y punzante sinceridad de “A very partial traverse of european exhibitions and AIDS activism at the end of the Twentieth Century”, traducción de uno de los capítulos de su libro “Ce que le sida m’a fait”, nos sentamos con Élisabeth Lebovici, Loli y un manojo de nervios. Tenemos menos tiempo del habitual y la grabadora decide contribuir con artefactos y un ruido sostenible, que no sé de dónde viene. Hay que parar y escuchar lo que hemos grabado. El primer fragmento de la conversación es inservible. Sudores fríos y una sonrisa en la boca. El reloj no se detiene y volvemos al punto cero. Elisabeth incorpora el borrado en el discurso. El SIDA como borrado de una generación. Silencios y muerte. Muerte en silencio. La escritura de Lebovici es pura asociación libre y desde ese momento trágico, de artefactos en el armario, todo fluye y se encadena. La pandemia del SIDA nos conecta ahora con el presente.
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Hora de comer. Sobre la mesa una grabadora, te, frutos secos y unos bollitos caseros para calibrar energías. Y Fefa Vila recién bajada del AVE de Madrid, sin pausa de avituallamiento. Había desayunado con María Salgado y llegaba agitada en lo personal, pero muy curiosa con lo nuestro. Nos sentamos con Loli y apretamos el rec. Miramos atrás, mientras traza una genealogía de los movimientos queer, feministas y de disidencia sexual en el estado español desde los setenta hasta la actualidad. Se detiene en la energía y tumulto de LSD y la Radical Gai en los años ochenta con tal pasión y elocuencia, que perdemos noción del espacio y el tiempo. Tres horas más tarde, hemos entrado en su intimidad sin sentirnos intrusas, hablando y compartiendo los deseos, retos y fracasos de la maternidad lesbiana. Queda tal cariño, que aún no nos hemos cansado de agradecernos el tiempo juntas. En dos semanas, llegó la nueva pandemia. Muy recomendado escuchar con cascos, especialmente las escenas eliminadas.
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Nos sentamos con Enric y Maite Muñoz, le dimos al rec. Cuando paramos, unas dos horas más tarde, nos dimos cuenta de que nos habíamos saltado un paso: preguntarnos, antes de empezar como es de rigor, si lo quería hacer en catalán o en castellano. De la conversación posterior surge una idea totalmente absurda: volvernos a juntar para una traducción simultánea, a cargo del propio Enric. Nos encanta. Unos días más tarde, lo probamos sin tener ni idea de cómo hacerlo. Doblaje performativo, comentarios sobre comentarios, metainformación y algo de ficción. Enric Farrés Durán en su estado más puro.
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Conocía a Toni de pasillos, del archivo OVNI y de amigas en común. Demasiados años más tarde, cuando nos sentamos por fin con Roc para este rato juntos, se produjo el embrujo. Su mirada y respeto, humilde y sincero, hacia saberes otros, rituales y epistemologías del sur, desde nuestro occidente y desde la espiritualidad, me llevó cogida de la mano a sentir y palpar otras formas de estar y ser. El trance y dejar de entender, como estrategias decoloniales. La conversación me regaló a uno de mis mejores amigos. En ella, hablamos también de la enfermedad, como una experiencia de tránsito y de ser alterado, antes de que su enfermedad le borrase bruscamente de nuestro presente, y apenas unos meses antes de esta nueva enfermedad.
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Un email de Pablo: “No sé si algo para Radio Web MACBA podría tener sentido, Anna”. Pocos días más tarde, Manuel Sanfuentes, Marcelo Araya y Andrés Garcés se acercan al museo y valoramos entre los tres las tensiones que presenta nuestra limitación técnica y logística de hacer las entrevistas uno a uno, cuando lo que representamos es una experiencia vivencial, colectiva, horizontal. Una semana más tarde nos encontramos Antonio Gagliano y Linda Valdés y Manuel Sanfuentes nos inicia en un travesía a pie por Amereida, hasta Ciudad Abierta, en Chile, una vasta extensión de dunas, esteros y quebradas lindantes con el océano Pacífico, en donde sobresalen una serie de arquitecturas experimentales, imaginadas y ejecutadas de manera colectiva. Seguimos el rastro de piedrecitas que muy sutilmente deja Manuel sobre el camino y le damos la vuelta al mapa 180º para cruzar el continente americano desde el gesto poético que inspiró la escuela de Valparaíso. Con Antonio nos queda claro que tiene que ser el texto de “Amereida”, el poema colectivo fundacional del Ciudad Abierta, el que cruce las manchas de miel que ha dejado Manuel sobre las comisuras de nuestros oídos. Nos traemos a María Salgado al debate para seleccionar y leer los cachitos y ella, generosa y aguda siempre, nos señala que en este nuevo desplazamiento de sur a norte se pierde demasiado. Invitamos al colectivo a releer en voz alta “Amereida”, más de 50 años más tarde. Cambiamos de año en el calendario y Manuel nos regresa con que es demasiado complicado orquestarlo desde allí. Linda, quien nos trajo el proyecto y que estuvo en la escuela, lee los fragmentos de “Amereida”. Cuando termina, después de hora y media de repeticiones, me suelta: “habría sido bonito probarlo a voz alzada. Ese era el modo que recuerdo de las asambleas”. Amereida, un poema colectivo, releído a voz alzada. Era eso.
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Con Desire Marea y Fela Gucci no hubo espacio para la negociación en cuanto a nuestra limitación técnica de hacer las entrevistas de uno en uno. Los sentamos con dos micros, sin el equipo ni la experiencia necesaria para igualar la entrada de audio y unas instrucciones inventadas sobre la marcha que querían suplir tremenda pifia, y que Desire y Fela se saltan desde el primer segundo. Desire se desenvuelve con locuacidad, mientras Fela gime, asiente, puntúa. La entrada de audio de Desire marca los mínimos y la de Fela satura. De fondo, el DJ, que también nos acompaña, se está echando una siestecilla y ronca. Quim Pujol se mete en la conversación y está en su salsa: voguing, cruising, carnalidad, rituales, reality shows, performance, teoría queer, cánticos religiosos. “Ser un negro africano es una experiencia queer”, apunta Desire mientras sus cuerdas vocales te acarician las neuronas. Las horas, pruebas e imaginación técnica que tuvo que meterle Roc para salvar el sensible montaje de Quim no se pueden pagar.
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Nos sentamos con Laura Valencia, alumna del PEI, para charlar con Zenaida Osorio. El punto de partida es Radio Sutatenza, un programa de alfabetización del campesinado en Colombia iniciado iniciado en 1947, cuyo principal medio de intercambio gira entorno a la radio. El relato épico oficial es que se trata de la primera radio comunitaria de Latinoamérica, con lo que está claro el interés que nos despierta hablar con alguien que ha escrutado su archivo a fondo. En el archivo del MACBA tenemos también “Haga como que: la violan, le pegan”, un hermosa publicación de artista de Zenaida que se interroga sobre el uso de los bancos de imágenes -”imágenes colchón”, que las llama ella- en los medios de comunicación. Con su práctica Zenaida nos pide simplemente que nos fijemos críticamente en las imágenes de archivo: ¿Cómo es que se conservan tan íntegramente los archivos de Radio Sutatenza y otros no? ¿Qué imagen, relato, narrativa transmite dicho archivo? ¿Quiénes aparecen en sus imágenes y documentos? ¿Cómo? Y la pregunta más incisiva: ¿por qué? El relato oficial de Radio Sutatenza y de la UNESCO se desploman ante nuestros ojos, al trepidante ritmo en que se suceden las palabras de Zenaida, fuerza de la naturaleza. En el montaje se sube otra, Violeta Ospina y juntas entendemos que el tratamiento sonoro pasa por el uso del mismo archivo de Radio Sutatenza: las cartas de las campesinas, fragmentos del periódico “El campesino”, las cartillas de aprendizaje… en modo “haga como que”. Juan David Galindo Guarin, Lina López Ortiz y Violeta hacen como que son campesinos, doctores, locutores.
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Tras una sentada con Martha Rosler y una conversación de más de horas y pocos intermedios, Loli, Violeta y servidora caemos en la velada invitación de Martha a apropiarnos y reinterpretar su obra seminal “Semiotics of the kitchen”, 1975. Violeta Ospina reproduce en su casa diferentes lecturas del abecedario de Martha Rosler y una tetera muere en el intento.
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En este podcast, Angela Dimitrakaki articula una crítica radical al feminismo, los sistemas del arte, lo común y lo comunitario al tiempo que se interroga sobre posibles estrategias de curadoría radical y prácticas colaborativas. “El sistema somos nosotros”, afirma contundentemente. Con Loli Acebal y Lucrecia Dalt en el montaje, invitamos a Antye Greie (AGF) a trabajar en el sonido para el podcast. Antye se metió tanto en el papel, que el resultado nos toca a todas. Y lo más bello: Angela y Antye se conocen por primera vez y continúan colaborando más allá del proyecto.
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Además de curador, dramaturgo, autor y editor, André Lepecki es uno de los principales teóricos del potencial político subversivo de la performance. Nuestra conversación de más de tres horas de éxtasis de aprendizaje, se resume en una sola palabra: “endurance” -entre la resistencia y la resilencia-. Invitamos al músico y virtuoso del tambor Morten J. Olsen a grabar una pieza sonora en la que lo toque hasta no poder más. André Chêdas atraviesa un montaje de 2 horas y 22 minutos en la tensión de su repiquetear de baquetas. Hasta la extenuación.
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Pablo otra vez. Mano en el hombro y una intuición: hacer algo con el grupo de estudio sobre pensamiento, prácticas y activismos afro/negros. Apunta además que Antonio Gagliano estaba en las presentaciones de sus investigaciones. Antonio se sube con Veronica Lahitte y nos sentamos en tres sesiones separadas con Lucía Piedra Galarraga, Karo Moret y Diego Falconí. Lucía Egaña nos regala las voces. En el proceso, mi papel es escuchar, aprender, dejar pasar. Los sonidos son de la librería colectiva del Grupo de trabajo de RWM. Escucha obligada para todas.
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Ed Veenstra es un coleccionista holandés de manual, introvertido, apasionado, excéntrico. Su pasión son los discos y objetos musicales concebidos y/o compuestos por artistas plásticos, lo que se conoce como Broken Music. Dice qu ha llegado a comer comida de gato, para ahorrar para su colección. Destaco a Ed Veenstra por lo peculiar del fenómeno y del personaje, pero en realidad pienso en la serie “Memorabilia. Escuchando discos con…” Una navaja suiza que abría la puerta a la prescripción sonora desde la experiencia del coleccionismo: oralidad, narrativa, anécdotas, música. Lo tenía todo. Excepto mujeres coleccionistas…
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